Por Raquel Aldavero Rodriguez
•
22 de enero de 2025
En los últimos años, el cáncer ha dejado de ser un tema tabú en muchas sociedades. A medida que las conversaciones sobre esta enfermedad se han vuelto más abiertas, ha comenzado a normalizarse el hablar sobre ella. Y está bien, pero no debemos olvidar que tanta normalización puede restarle importancia al hecho de estar viviendo un cáncer, con la consecuencia que dicho "olvido" puede provocar en el paciente. Normalizar el cáncer no significa restarle importancia. En este artículo te hablo de cómo un exceso de normalización puede, de hecho, restar visibilidad a los impactos profundos y las secuelas de esta enfermedad, impidiendo que la sociedad entienda completamente la gravedad de lo que implica para los pacientes y sus familias. 1. El impacto emocional del diagnóstico de cáncer El diagnóstico de cáncer marca un antes y un después en la vida de cualquier persona. No solo afecta físicamente, sino que desencadena una avalancha emocional y psicológica que puede durar mucho tiempo después de la remisión. A medida que se normaliza la conversación sobre el cáncer, es crucial mantener el foco en las realidades emocionales, como el miedo y la ansiedad, que no siempre son visibilizadas, así como en las posibles necesidades físicas del paciente. Si se trivializa la enfermedad, corremos el riesgo de que la sociedad no comprenda la magnitud del impacto emocional y físico que implica vivir con cáncer. Muchos pacientes, incluso después de finalizar el tratamiento, enfrentan secuelas psicológicas como la depresión, la ansiedad y el trastorno de estrés postraumático; así como secuelas físicas, como cansancio extremo o dolor crónico, por ejemplo, lo cual debe ser abordado con la misma seriedad que el tratamiento físico. 2. La importancia de la visibilidad y el apoyo La visibilidad del cáncer, sobre todo en los medios y en el ámbito social, ha ayudado a muchas personas a sentirse acompañadas. Pero debemos tener en cuenta que visibilidad no debe confundirse con trivialización. El exceso de normalización puede disminuir la urgencia de brindar apoyo específico, como la atención psicológica o el acceso a terapias adecuadas. La visibilidad debe ir acompañada de una llamada a la acción para apoyar a los pacientes en su camino, ya que el cáncer no se limita solo al tratamiento médico, sino que afecta profundamente a las relaciones familiares, el bienestar mental y la calidad de vida. Cuando se habla del cáncer como algo "normal", se corre el riesgo de que se subestime la necesidad de atención integral para el paciente, lo que incluye el apoyo emocional y la ayuda en la adaptación a los cambios físicos y sociales que implica la enfermedad. 3. Normalizar el cáncer sin trivializarlo Es cierto que al hablar más abiertamente sobre el cáncer, hemos logrado que muchas personas se sientan más cómodas compartiendo su experiencia. Sin embargo, la línea entre normalizar y restar importancia es más delgada de lo que parece. El cáncer no debe convertirse en un tema que se trate con ligereza. Cada historia es única, y cada paciente enfrenta retos físicos, emocionales y psicológicos específicos. Si bien la normalización ayuda a reducir el estigma, también puede hacer que se pierda el enfoque en las secuelas físicas y emocionales de la enfermedad, lo que puede resultar en una falta de sensibilidad hacia las personas que la padecen. Además, al tratar el cáncer de manera demasiado ligera, se podría dar la impresión de que es una enfermedad sin consecuencias duraderas, lo cual no refleja la realidad de muchos pacientes. En una ocasión, la hija de una paciente de cáncer me preguntó qué podía decirle para aliviar su dolor físico y sufrimiento. Te dejo con lo que le contesté. 4. El riesgo de la desensibilización Un riesgo latente de la normalización excesiva es la desensibilización.