Después de un tiempo ya, hablando con otras compañeras de cáncer, de leer sus miedos (también fueron los míos) en el grupo de apoyo que tengo, me he decidido a romper este silencio de unos meses en el blog y redactar este artículo.
Necesitaba desconectar un poco. Ha habido otros cambios en mi vida aparte de los provocados por el propio cáncer y, aunque soy una persona muy sociable, tengo temporadas en las que necesito estar más en contacto conmigo misma y ésta ha sido una de ellas.
Con ello no quiero decir que ya la haya terminado pero sí me parece interesante y útil el objetivo del presente post "Cómo enfrentar nuestra nueva imagen en el espejo" cuando la quimioterapia ha hecho efecto y comenzamos a ver caer nuestro pelo, llegando a tener que raparnos para no seguir haciéndolo.
Para mí, ese fue uno de los momentos más duros con los que tuve que lidiar, lo pasé francamente mal, pero hoy no voy a hablarte justo de ese momento (que puedes ver aquí) sino justo del momento posterior: cuando ya no tienes pelo, ni pestañas, ni cejas e involuntariamente te cruzas con algún espejo en casa.
Lo recuerdo como uno de los momentos más duros de mi cáncer (salvando las distancias de otros hechos que me sucedieron posteriormente) porque, si has visto alguna foto mía antes de mi cáncer (te dejo una aquí abajo), habrás podido comprobar que mi pelo es/era muy "particular" llegando incluso a formar parte de mi personalidad.
Desde la adolescencia, personas de mi entorno ya me empezaron a identificar por mi pelo, describiéndome por las características del mismo. Cuando tuve que despedirme de él me di cuenta de lo apegada al pelo que estaba y debido a ese apego, sufrí tanto.
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De esa forma, el día que me enfrenté al espejo por primera vez, sin pelo, completamente calva, me costaba reconocerme en la imagen. Días después fue aún peor porque las cejas y pestañas se fueron difuminando hasta desaparecer por completo, devolviéndome una figura sin ninguna expresión. Una imagen que no reconocía como mía.
Es inevitable durante el tratamiento de cáncer cruzarte con espejos o cristales que te devuelven tu nuevo aspecto, y es inevitable también que todo eso no haga más que recordarnos que estamos enfermas. Se me hacía duro, así que decidí aliviar mi sufrimiento porque, me gustara o no, seguiría habiendo espejos en el mundo que se cruzaran en mi camino y no quería tener que estar huyendo de ellos (todo aquello de lo que huyes te persigue).
Y aquí es cuando tiré nuevamente de mi diálogo interno que tanto me ha ayudado durante el proceso, para que me ayudara ahora a superar aquéllo. El primer día que decidí enfrentarme a ese nuevo reflejo, mirándome a los ojos, me dije:
"TÚ NO ERES TU IMAGEN
TÚ NO ERES TU PELO
TÚ NO ERES LO QUE REFLEJA EL ESPEJO"
Y seguía diciéndome: "no olvides quién eres. Busca en tu interior quién eres, porque no eres un pelo, no eres unas cejas, no eres un cuerpo... Eres un alma muy bonita que ahora mismo está en un proceso muy difícil al que le somete la vida y que está en el camino, llevando todo esto lo mejor posible para terminar cuanto antes y salir bien"
Estas frases se convirtieron en mi nuevo mantra cuando me veía reflejada en un espejo hasta que ya no me hicieron falta. ¡Empecé a verme incluso bien!.
Mi conversación conmigo misma seguía diciendo:
"Todo esto es temporal.
Aguanta.
Es temporal.
Todo va a pasar"
Si tú también estás en un proceso de cáncer te invito a que pruebes estos mantras cuando te enfrentes al espejo. Ojalá te ayuden (estoy segura de que así será) y de que me lo cuentes (puedes hacerlo por aquí). Y si conoces a alguien en un proceso similar, compártele este post para que pueda ayudarle también.
Un fuerte abrazo, nos leemos en el siguiente artículo.
Compártelo con alguien que necesite leerlo.
¡Muchas gracias!
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Raquel Aldavero